domingo, 17 de agosto de 2014

Made in England



Llegamos a Romsey, condado de Hampshire, en mitad de la lluvia y el viento después de un pintoresco trayecto en taxi a través de la campiña. El hotel es una versión pretenciosa y venida a menos de Downton Abbey, forrado de moquetas y alfombras polvorientas y con salones con nombres que evocan antiguos lores con monóculo, chaleco y mayordomo. El bar, con chimenea y butacas de piel raída, está lleno de hombres con pantalones de pinzas y mujeres con blusas de lentejuelas con pinta de haber sido compradas en una tienda del ejército de salvación tomando vino blanco de dudosa procedencia y enormes pintas de cerveza tirada a medio gas. Hemos llegado tarde y ya no podemos cenar porque el restaurante está cerrado y no hay nada abierto a 25 kilómetros a la redonda. Es agosto y son las nueve y media de la noche. En casa estaríamos aún en la ducha pensando dónde vamos a tomar la cervecita de antes de la centa. Pero this is England.
Admitámoslo, Inglaterra, o mejor, Gran Bretaña, es un lugar peculiar. Muy peculiar. Tanto que sus habitantes son capaces de zamparse una bolsa de patatas fritas con sal y vinagre después de la cena por propia voluntad. Inglaterra fue el país inventor del mejunje inmundo conocido como Marmite y de los guisantes de color verde fosforito y está ahora repoblándose de orgullosos recuperadores de la cocina tradicional británica, consistente en platos tan apetecibles como el tuétano asado y el estofado de lengua de vaca. Inglaterra es un lugar con una flema tan grande como para, en plena segunda guerra mundial, en medio de bombardeos que asolaban la ciudad de Londres,el gobierno decidiera que era un buena idea colgar unos cartelitos en las paredes para animar a la población que rezaban "Keep calm and carry on". Que sí, que sí, que os están friendo a bombazos y es bastante inconveniente pero va, somos británicos, tomaos un té y mantened la calma. Eso sólo lo podían hacer los ingleses.
Pero Inglaterra, lo british, mola muchísimo. Yo soy anglófila a tope. A pesar de tener un tiempo roñoso, conducir al revés y ponerle salsa de menta al cordero, a mí, si me pierdo, que me busquen en Inglaterra. ¿Por qué me mola tanto lo inglés? Pues por varios motivos:
1) Por Londres. Que un país haya sido capaz de crear una ciudad como Londres ya da muchísimos puntos positivos. Los que habéis ido ya sabéis de lo que hablo. Los que no, ¿en qué ostias estáis perdiendo el tiempo?
2) Por los Hula Hoop, las galletas de genjibre y por la facilidad de comerte un curry en cualquier esquina o incluso comprarlo en cualquier supermercado.
3) Por los sandwich de pepino que acompañan a un té como dios manda.
4) Por la cerveza y los pubs. Pubs de verdad, de los de buen rollo, con cerveza de verdad que vas a buscarte a la barra, con moqueta, chimenea y olor añejo a madera vieja sobre la que se ha derramado más de una pinta. Pubs de los de encontrarse después de currar, de los de ir con los tacones y la corbata de la oficina, nada de gente cool, nada de tíos enrollados ni chicas monas.
5) Por el idioma. El día que sea capaz de hablar un inglés con ese acento british propio de la universidad de Oxford podré morir tranquila.
6) Por la "inglesidad" de todo lo inglés. Coño que tienen una reina que se pasea en botas de agua mientras habla con los caballos. Me la imagino con sus revistas de jardinería y su copa de ginebra antes de atender a los más altos dignatarios del mundo. Con sus rizos de abuelita inglesa y sus sandalias blancas que seguro que te proporciona el estado cuando cumples los 65 años. Yo a la reina me la imagino en Salou con una sangría, la verdad.
7) Por los Beatles, los Rolling, los Smiths, The Cure, The Clash, Depeche Mode, Pink Floyd, Police...no ha de ser casualidad que se cree tanta música y haya tantas ideas.
8) Y los tíos. Vale. A priori puede que la primera imagen de un británico sea la de un tío lampiño, poco musculoso, con una extraña querencia por llevar bermudas con calcetines, dientes grisáceos y una tonalidad de piel lechosa tirando al gambismo después de cocerse al sol y al alcohol de una playa de Corfú. Pero ahora imagina, un tío de esos pijísimos de la City. Con traje de raya diplomática de Paul Smith. Entre semana, en Londres, te lleva a cenar burritos en un mexicano cool que acaban de abrir. El fin de semana te lleva a su casa familiar en el condado de Kent, por ejemplo. Una casa con biblioteca y cortinas de flores donde te cambias de ropa para cenar, es normal tomar un gin&tonic a las 5 de la tarde y puedes encenderte un cigarro sin que se haga el silencio ni el resto de presentes se dé codazos. La abuela toma jerez sentada en una butaca con un perro en el regazo y te llama "querida". No sé vosotras pero yo me caso mañana.
Hablando de tíos, Colin Firth es inglés. No hace falta decir nada más.


1 comentario:

  1. Res a afegir; a mi m'agrada fins i tot el Marmite... Escapada d nenes quan celebrem el proper aniversari rodó?

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