jueves, 24 de julio de 2014

Pensar en la muerte (segunda parte)




Esta es la segunda parte de la entrada sobre la guerra en los Balcanes, que surgió a raíz de una columna escrita por Clàudia Rius: http://lacolumna.cat/cada-11-de-juliol-penso-en-la-mort#.U8P_6rHm5Hg
Mientras tenía lugar la guerra de Croacia, en marzo de 1992 fue Bosnia-Herzegovina la que declaró su independencia de Yugoslavia. De nuevo esta declaración fue reconocida por la Unión Europea pero, otra vez, todo acabó en desastre ya que los serbobosnios (los serbios que vivían en Bosnia y que representaban, aproximadamente, el 30% de la población total) no estaban de acuerdo con la independencia. De hecho, los serbios no participaron en el referéndum del que resultó  esta independencia.  Milosevic, además, en su sueño de crear la “Gran Serbia”, quería apropiarse de las regiones bosnias con población serbia y era un tío que tendría otras cosas, pero escrúpulos, más bien pocos.
Igual que en Croacia, donde previamente a la independencia los serbocroatas habían autoproclamado la república serbia de Krajina, en Bosnia los serbobosnios crearon la República Serbia de Bosnia – Herzegovina, conocida más adelante como República Srpska.
Pero no sólo los serbios se montaron su chiringuito: los croatas de Bosnia (que configuraban alrededor del 18% de la población total), alentados y apoyados por el gobierno de Croacia, crearon,  a finales de 1991, la Comunidad Croata de Herzeg-Bosnia como entidad propia a nivel político, cultural, económico y territorial dentro del territorio de Bosnia-Herzegovina.
El conflicto estaba servido.
Los líderes nacionalistas se reconocieron incapaces de conseguir una convivencia multiétnica y lo que pretendían era fragmentar el país y quedarse cada uno con su trozo para anexionarlo a sus territorios “madre”. Así, los serbobosnios querían su parte del pastel para anexionarlo a Serbia y los bosniocroatas el suyo para unirlo a Croacia. Pero había un pequeño detalle sin importancia, al parecer:  había  gente que no era serbia ni croata y, claro,  estorbaba. De modo que serbios y croatas pensaron que, bueno, que masacrar a unos cuantos bosnios era un daño colateral, un mal menor en el glorioso camino de creación de grandes naciones. Pero no era nada personal.
El ejército serbio rodeó la ciudad de Sarajevo y la mantuvo sitiada durante 4 años. Sarajevo cuenta con el triste honor de haber experimentado el sitio más largo de la historia de la guerra moderna. La idea era machacar a la población civil mediante la intimidación y el terror para que el gobierno bosnio cediera. Las azoteas de los edificios se llenaron de francotiradores, de manera que cualquier persona que saliera a la calle a buscar comida o agua o a visitar a algún familiar o, simplemente, a dar un paseo, tenía muchos números de terminar con un tiro en la cabeza. Como supongo que las mentes pensantes que decidieron que la guerra era una buena idea llegaron a la conclusión que con los ejércitos disparando por ahí no tenían ni para empezar, se reclutaron a grupos paramilitares, básicamente fanáticos, mercenarios y mafiosos. Lo mejor de cada casa, vaya. Pero supongo que para ir por los pueblos violando sistemáticamente a las mujeres, masacrando hombres, asesinando niños y  quemando casas sin que se te mueva una pestaña y celebrándolo después con una cervecita se ha de ser de una pasta especial. Porque hasta en una guerra hay leyes y cosas que están mal, porque en la guerra no todo vale.
A mediados de 1994, bosnios y bosniocroatas decidieron dejar de matarse entre ellos y se unieron para enfrentarse a los serbios. Una buena noticia, desde luego. Pero a mí, no sé, estas cosas me dan que pensar. Es como si no pasara nada, en plan, venga va, paramos ya, llevamos meses matándonos, torturándonos y odiándonos. Pero ya está, mira, hacemos las paces y pelillos a la mar, sin rencores. Como si no pasara nada. Como si no importara. En serio, ¿para qué cojones ha servido todo esto? ¿Para qué se ha muerto tanta gente? ¿Qué se ha conseguido? ¿Alguien ha salido ganando algo? Murieron más de 100.000 personas solo en la guerra de Bosnia, hubo más de un millón de desplazados, 40.000 mujeres fueron violadas. Que ya de por sí es malo y no hay ningún objetivo que lo justifique. Pero es que, encima, ¿cuál fue el objetivo? Fue la muerte por la muerte, por conseguir el sueño de cuatro locos enfermos con aires de grandeza y un enorme complejo de inferioridad. La gran Serbia, la inat, la gloriosa Croacia, la épica, la grandeza de los pueblos, la exaltación nacional. Una mierda que no sirvió para nada.
En 1995, cuando ya se podía entrever la paz, los combatientes serbobosnios se hallaban en baja forma. Bosniocroatas y bosnios se habían unido para luchar en su contra y, además, Serbia no podía seguir apoyándoles ni militar ni económicamente a causa del embargo impuesto a los serbios por parte de la comunidad internacional. No sé si eran conscientes de tener los días contados y pensaron “nos iremos pero os joderemos”, los últimos coletazos del moribundo o algo así. La hija de Ratko Mladic, que era el jefe de Estado Mayor del Ejército serbobosnio y daba las órdenes de lo que se tenía que hacer, se había suicidado unos meses antes. Tenía veintipocos años y era una brillante estudiante de Medicina. Nunca se supieron los motivos exactos de su suicidio pero se dice que fue a causa del descubrimiento de las atrocidades cometidas por su padre durante la guerra. Se pegó un tiro en la sien con una pistola a la que Mladic tenía mucho cariño y que nunca había usado porque la reservaba para disparar al aire día que naciera su primer nieto. Como si hubiera querido transmitirle algún tipo de mensaje. Dicen que la pérdida de su hija, a la que adoraba, acentuó su rabia y su ira y se volvió todavía más cruel y más capaz de todo. Fuera como fuese, Ratko Mladic fue el artífice de la matanza de Srebrenica.
Precisamente es este episodio de la guerra el que justifica esta entrada y la anterior. Pero necesitaba ponerme en antecedentes para intentar entender cómo y por qué se llegó a aquel infierno. Troceo la entrada para hacerla menos densa porque el tema no es agradable ni ligero ni fácil. Yo también necesito ir digiriéndolo. Así que para la tercera y última entrada de este post, Srebrenica.

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