Conozco a una chica que es el claro ejemplo de que se puede ser muy guapa y, a la vez lista y divertida, que planteó el otro día una cuestión a la que yo hace tiempo que le doy vueltas. No es que sea un tema del que dependa el futuro de la humanidad ni nada pero forma parte una cotidianeidad tan arraigada y tan nuestra que nadie se plantea decir, pues oye, y si lo cambiamos? Esta chica, como os digo, se preguntaba el porqué de que a nadie le gustaran las guindas de los pasteles cuando a casi todo el mundo le gustan las cerezas. Yo ahí puedo encontrar una explicación. Las cerezas están ricas. Las guindas son como azúcar plastificado y tienen una textura horrible y, además, no saben a cereza.
Pero para mí esa no es la cuestión. A mí lo que
me asombra es que, siendo como es de dominio público que al 99,5% de la
población no le gustan las guindas, se sigan poniendo guindas en los pasteles.
Yo me imagino al tío que recoge las cerezas dándose una paliza allí con los
cerezos, llevándolas a donde quiera que se lleven las cerezas para convertirse
en guindas, a otro tío poniéndolas en almíbar y haciéndoles las cositas que se
les tengan que hacer, a los pasteleros comprando guindas como locos, en fin, un
curro. Y para qué? Para tirarlas. Córcholis pues no las pongas, ¿no? Y hablo de
las guindas, pero puede extrapolarse al colectivo fruta confitada. Porque vamos
a ver, vosotros conocéis a alguien que se coma la fruta de la coca de San Juan
o del roscón de Reyes, ¿por ejemplo? Yo
a nadie. Pero tú vas a comprar la coca de San Juan y la compras con fruta. Y
eso que la hay sin. Pero no no, la coca ha de ser con fruta, ya se la quitarás
tú luego en tu casa. Misterios.
Y si no las peladillas. Hay algo más rancio, más
naftalinoso y más franquista que las peladillas? Existe alguna persona en el
mundo a quién le gusten las peladillas? Pues para qué las hacen? ¿Hay alguna
mente pensante que diga, mirad, vamos a coger almendras, las recubriremos de
una pasta incomestible de colores pastel y las pondremos en figuritas de
recuerdo de mi primera comunión y a ver lo que tardan en llenarse de gusanos?
Porque esa es otra, que no las tiras nunca. Yo tengo un saquito de peladillas
por casa de algún bautizo del año 1982. Pero cómo las voy a tirar, si son un
recuerdo. Otro misterio.
Otra curiosidad gastronómica es lo que se almacena en el congelador. Que te sobran unos macarrones? Cómo los vas a tirar? Al congelador! Que mientras te encuentras en el mismo proceso de congelación macarronil eres positivamente consciente de que nunca te los vas a comer, pero en un ataque de virtuosismo hogareño rollo Martha Stewart tú los congelas. Y pasa el tiempo: días, semanas, luego meses. Y, un día, rebuscando entre los helados que prometiste que este verano no ibas a comer, aparece el tupper de marras. Anda, los macarrones. Pero llevan lustros aquí, muy buena pinta no tienen. Y qué haces? Los tiras? No! Los vuelves a meter, que nunca se sabe! Es misterioso o no?
Otra curiosidad gastronómica es lo que se almacena en el congelador. Que te sobran unos macarrones? Cómo los vas a tirar? Al congelador! Que mientras te encuentras en el mismo proceso de congelación macarronil eres positivamente consciente de que nunca te los vas a comer, pero en un ataque de virtuosismo hogareño rollo Martha Stewart tú los congelas. Y pasa el tiempo: días, semanas, luego meses. Y, un día, rebuscando entre los helados que prometiste que este verano no ibas a comer, aparece el tupper de marras. Anda, los macarrones. Pero llevan lustros aquí, muy buena pinta no tienen. Y qué haces? Los tiras? No! Los vuelves a meter, que nunca se sabe! Es misterioso o no?
Pero no todo se reduce a los
misterios de orden comestible, no. Pensad en la ropa. Aquellos pantalones que
te compraste cuando estrenaron El coche fantástico y que aparecen
invariablemente dos veces al año, cada vez que haces el cambio de armario. Hace
veintiséis años que no te pones esos pantalones pero los ves y piensas, jolín
si es que están nuevos, me da pena, va, no los doy que seguro que este verano me
los pongo. Y lo mejor es que te lo dices toda convencida. En octubre los
vuelves a guardar. Impolutos. Hay gente que ha llegado a encontrar camisas del
siglo XIX y no las tira esperando que se vuelvan a llevar, como las modas
vuelven… Y eso suponiendo que te vayan bien, claro, porque ya el colmo de la
ingenuidad es guardar ropa que te ponías cuando pesabas veinte kilos menos para
cuando adelgaces. Ja! Asúmelo, no vas a adelgazar. Y, si por aquellas
casualidades del destino, en un momento de supina lucidez y alineación
planetaria, consigues adelgazar, en serio vas a ponerte una falda del año 1990?
De verdad que no entiendo como a
nadie se le ha ocurrido hacer un programa para la tele o algo porque no me
digáis que el tema no tiene enjundia.
En fin. Aquí lo dejo. Estaré al
tanto por si me percato de más misterios inexplorados. De nada.
jajajajajajajajajajajajaja te has dejado los garbanzos de la barreja de frutos secos!!!!!!!!
ResponderEliminarÉs que a mi m'agraden ;-)
ResponderEliminarNo me gustan las cerezas, me encantan las guindas y quito a escondidas la fruta escarchada del roscón... para comérmela yo. Eso sí, odio las peladillas.
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