jueves, 29 de mayo de 2014

Viajar I: Los organizados

 
Es probable que, en tu vida real, seas una persona de lo más corriente pero no falla, te vas de viaje con un grupo organizado y es como entrar en una nueva dimensión cósmica. Además, es perfectísimamente posible que el grupo con el que vas a viajar esté formado por gente preparada, con criterio y profesiones respetables para las que seguro que han tenido que estudiar un porrón de años. Pero todos estos detalles se transforman en la nada más absoluta para quedarse en la puerta del autobús el primer día del viaje. De repente ya no eres una persona con nombres y apellidos, eres un turista. Porque ponerse los pantalones de color caqui del Decathlon, abrocharse la riñonera, colgarse la cámara de vídeo al cuello y transformarse es todo una misma cosa. Dejaos de socialismos e historias, el verdadero unificador social del mundo es Viajes El Corte Inglés y sus catálogos de todo incluido.
A mí hay varias cosas que me llaman la atención de los viajes organizados, como por ejemplo que los grupos están siempre llenos de catalanes. Que mucho añorar la tierra y tal pero, amigo, llega un puente y ponemos los pies en polvorosa modo maricón el último. Vayas dónde vayas te encontrarás con una pareja de Manresa, ya veréis, fijaos la próxima vez. Tienen nombres del tipo Pere y Maria Mercè y la verdad es que mucho mucho no te pegan comiéndose unos fideos picantes en Kuala Lumpur pero Pere y Maria Mercè nunca te defraudan y puedes contar con ellos en cualquier rincón perdido del planeta para hablar del Barça fuera del hogar. Dan como seguridad.
Otra cosa que se estila mucho en los grupos de turistas son las compras. No sé qué nos pasa a la gente cuando vamos de viaje pero de repente nos entra como una necesidad imperiosa de comprar mierdas que ni en dos vidas compraríamos en casa. Pero ya es como una tradición, verdad? Pero ya no porque quieras mucho eso que acabas de comprar sino por joder a tus compañeros de viaje. Cuánto dices que te ha costado? 5 dólares? Buah, te han timado, si es que no sabes regatear. Yo lo he sacado por tres dólares y seguro que aún han hecho negocio, si es que son unos cabrones. Porque se ve que es una cosa rarísima que los tenderos quieran hacer negocio con su tienda, habráse visto semejante desfachatez!
Luego hay algo fascinante en los viajes en grupo y es el nivel de confianza que se crea desde el minuto uno. Puede que sea la primera vez que ves a ese señor registrador de la propiedad de Toledo y seguro que, en casa, le tratarías de usted. Pero no sé qué pasa que en los viajes las intimidades no son tales y de repente te encuentras hablando con aquél que quiera escuchar de los problemas que tienes para ir de vientre. Y siempre se anima más gente a participar en la conversación para aportar su experiencia evacuatoria. Termina por haber contrabando de fortasec porque es que a mí la comida picante me sienta fatal. Que a ver, que no pasa nada, cuidado, pero no me digáis que no es curioso. Yo cuando llego al despacho por las mañanas no me pongo a disertar sobre cuántos días llevo sin hacer caca y eso que los conozco desde hace años, no sé qué mecanismo hace que en los viajes derribemos los tabús.
Y, por supuesto, está el tema comidas. Yo es que me ofusco. Vamos a ver, estás en la otra punta de mundo y no, no tienen tomates de "sucar" ni aceite de oliva. Ya, ya sé que como la tortilla de patatas / la paella / el pa amb tomàquet no hay nada pero, si acaso, para la próxima te quedas en tu casa, te pones ciego a butifarra con allioli y dejas de ir dando vergüenza ajena por el mundo.
A mí, en los viajes organizados me da como lástima el guía. Todo el mundo pasa millones del guía. El pobre tipo está allí contando pormenorizadamente el apasionante proceso de construcción del elefante de jade del palacio de verano del emperador de turno y la gente, mientras, enseñándose el bolso de imitación que se acaban de comprar en el top manta. Es feo. Tampoco es que sea muy de recibo dormirse en su jeta pero es que es inevitable. Te pones allí repitiéndote como un mantra nomevoyadormir nomevoyadormir nomevoyadormir. Y luego dices bueno, le escucho con los ojos cerrados. En fin, el guía acaba poniendo música para ahogar sus sollozos. Y después llega el final del viaje y alguien propone: le damos una propina al guía, no? Con la consiguiente respuesta del rata de turno: propina? A mí no me dan propina cuando voy a trabajar. Si acaso ponemos 10 céntimos cada uno, que esto para ellos es mucho. Condoscojones.
La verdad es que los grupos de turistas dan como pereza, tanto para contemplar como para ser parte integrante, pero son bastante inofensivos y son de buena pasta, en general. Es verdad que no suelen tener demasiadas inquietudes pero tampoco tienen grandes pretensiones. Me da penita que se vean siempre menospreciados por parte de ese otro entrañable colectivo, el de los mochileros. Porque todo el mundo sabe que los mochileros no son turistas, válgame Dios, sino viajeros. Y eso sí que mola. Pero los mochileros, para la siguiente entrada :)

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